Al entrar al ruedo hay que hacer el paseíllo. Después de varias semanas sobre la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley, la Casa Real ha dado un golde en la mesa y ha obligado a Iñaki Urdangarín a hacer lo que debía.
No sólo no ha entrado por la puerta de atrás y de tapadillo, sino que ha tenido que bajar del coche (un Opel Zafira, no un vehículo oficial al uso) en la calle, recorrer a pie la decena de metros que le separaban de la puerta y, antes de hacer mutis, pararse delante de la prensa y pronunciar una declaración.
EL EJEMPLO
Las imágenes demuestran que no ha sido plato de gusto, pero en la Casa Real son conscientes que, dentro de lo malo, lo que más beneficiará a la institución es que no se transmita ningún trato de favor hacia el yerno del Rey.
El vestuario es apropiado, aun que el pantalón gris recuerda al de un frac, que asociamos más a las bodas de postín que a los interrogatorios judiciales. Quizás hubiera sido mejor un traje gris o azul marino.
El contenido de la declaración es breve y poco sustancioso, pero el hecho de que se haya producido ya es la noticia. Cualquier jugador de ajedrez sabe que poco importa un peón si se salva a un Rey.
Y es que, otra cosa sería que la Infanta tuviera que ir a declarar y terminar en el banquillo. Como decía Voltaire, “lo perfecto es enemigo de lo bueno”. Habrá que contentarse con ser todos bastante iguales, ya que no podemos serlo del todo.