Los parlamentos son espacios para el debate político, pero los partidos conversan en muchos otros formatos. Twitter, Facebook, Google+ e incluso Youtube nos dan muchos ejemplos.
EL EJEMPLO
A diferencia de determinadas marcas comerciales, estos espacios están dedicados a la fidelización (y movilización) de los propios más que a la captación de los seguidores de la competencia.
Demoscópicamente está demostrado que es más fácil que un votante de izquierdas se mueva entre PSOE e IU que no que salte la frontera de color y opte por el PP y viceversa. Lo mismo ocurre en las comunidades con formaciones nacionalistas. Es muy improbable que un votante pase de CiU a ERC o que otro transite del PNV a Amaiur.
Como mucho, esta movilidad puede ser puntual y a modo de voto de castigo. En todo caso, requiere que el candidato ‘seductor’ tenga una personalidad política ambigua (como ocurría con Alberto Ruiz Gallardón en la alcaldía de Madrid).
Resulta entonces divertido ver desde fuera como los autores de la estrategia de PP y PSOE practican la acción/reacción. El último caso ha sido el de los vídeos en Youtube sobre la falta de credibilidad del adversario.
Mientras el PP tituló en el canal de Mariano Rajoy un vídeo sobre el cambio en el alcance del déficit público en 2011 con un «El déficit del PSOE: Donde dije 6… digo 8« (13/01/2012); el PSOE le ha contestado dos meses más tarde con otro titulado «Donde dije digo… digo despidos» (07/03/2012) sobre la reforma laboral.
Aunque la expresión de la que parten los títulos es coloquial, el minucioso proceso de elaboración de estos contenidos y su cuidada programación de lanzamiento no deja espacio a la casualidad.