No parece que un funeral pueda alegrar a nadie, especialmente si se cuenta entre los deudos. Sin embargo, asistir a determinados responsos no está al alcance de cualquiera. Esto último debió pensar la expresidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre.
«Este miércoles 17 de abril he tenido el inmenso honor de estar presente en el funeral de Margaret Thatcher en Londres, desde donde he participado en varias emisoras de radio para contar a todos los españoles mis impresiones acerca de este acto, que ha estado maravillosamente bien organizado», señaló en su blog.
Después de repasar distintos detalles y loar con «sana envidia» la asistencia de todos los partidos y primeros ministros (olvidando la celebración de algunos colectivos por el deceso), asegura que «tendríamos que tomar nota de la excelente organización y de lo orgullosos que se sienten de ser ingleses» (por británicos, supongo), olvidando a los independentistas escoceses, pendiente de un próximo referendum de autodeterminación, y los católicos irlandeses republicanos.
Cuestión de imagen… y urbanidad
Sin embargo, ciñéndose sólo a la foto que acompaña a la bitácora, tomada del twitter del periodista Miguel Oliver (ABC); resulta impropio desde un punto de vista visual y de una mínima urbanidad lucir la mayor de las sonrisas vestida de luto riguroso en un momento que requiere cierta flema… británica.
No es la primera vez que Aguirre antepone la que considera su mejor pose a lo que las circunstancias merecen. No importa tanto la perfección del atuendo y la postura como la coherencia con el marco en el que se está trabajado, desde un punto de vista comunicativo.
Qué buena reflexión. Está en un funeral. De una ex primera ministra. A la vista de todo el mundo, literalmente.
Esta señora no está bien de la cabeza. Ni aquí ni en Inglaterra (o Gran Bretaña).